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SAQUEO DE BERLIN - SEGUNDA GUERRA MUNDIAL | ||
19
de junio de 2025, Fuente: Leonardo
Historia
La
Gazeta Federal |
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El 2 de mayo de 1945, la
Unión
Soviética tomó Berlín, marcando el fin
de la
guerra en Europa. Como recompensa, Stalin permitió a los
soldados soviéticos enviar paquetes de hasta 5 kilos a casa,
lo
que desató un saqueo masivo. Sin embargo, lo más
grave
fue que también se les permitió abusar de
mujeres, bajo
la justificación de que “merecían
divertirse”. En pocas semanas, unas 2 millones de mujeres alemanas fueron violadas de forma sistemática. La Unión Soviética nunca asumió responsabilidad por estos crímenes. Otras fuerzas aliadas también estuvieron implicadas, sobre todo por su silencio. Para muchas mujeres alemanas, la caída de Berlín no fue el fin del horror, sino el comienzo de una nueva pesadilla. |
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El 2 de mayo de 1945, la Unión Soviética
finalmente invade Berlín, venciendo definitivamente a Alemania. Una vez que
lograron la caída de Berlín, los soldados de la Armada Soviética recibieron un
permiso especial de parte de su conductor Joseph Stalin. Como privilegio por
haber vencido, se les autorizó a enviar un bulto de hasta 5 kilos a su hogar
sin restricciones, por lo que los soldados mandaban literalmente cualquier
cosa. Lo terrible era que todo era producto de un
saqueo sistemático y descontrolado. Pero la verdad es que el permiso recibido
iba más allá de los objetos obtenidos del robo de los derrotados de la guerra,
y fue una tragedia de la cual la Unión Soviética nunca se ha hecho cargo. En
apenas unas semanas, alrededor de 2 millones de alemanas fueron violadas de
manera masiva y sistemática por integrantes del Ejército Rojo, a quienes Stalin
había dado luz verde al afirmar que tras una campaña tan dura, los soldados
tenían derecho a entretenerse con mujeres. Aunque en mucha menor medida otros ejércitos
aliados como el francés o el estadounidense, también participaron en la
barbarie, pero sobre todo contribuyeron a ella con su silencio. En este video
vamos a compartirles los más desgarradores testimonios y situaciones que tuvieron
que atravesar las víctimas de estas atrocidades. Cuando los ejércitos de los
aliados y el Ejército Rojo lograron derrotar a las fuerzas del Tercer Reich,
logrando la caída de la resistencia en Berlín, todos pensaron que los horrores
de la guerra habían terminado, pero para las sobrevivientes alemanas la
pesadilla solo estaba por empezar. Las mujeres germanas eran uno de los botines
de guerra más preciados que los vencedores se disputaban, por lo que Berlín se
convirtió en un campo de caza de mujeres. Adolescentes, adultas, ancianas,
fuertes o enfermas, todas las mujeres fueron sometidas por soldados que
celebraban con euforia cada uno de estos violentos abusos, sin importar la edad
de las víctimas, que iban de niñas de 12 años a mujeres de 70 años. A
continuación les dejamos un testimonio de una de las sobrevivientes. Un pequeño mongoliano, incluso teníamos a May,
con sus cabellos abiertos, y luego ellos vinieron a la pared, a la habitación,
poniendo este cartón en la mesa y diciéndole a la gente en Berlín que Peter
Shin Stalin le dio a sus soldados el derecho de rapar, de robar, de matar, de
hacer lo que quieran hacer, y creanme, lo hicieron. Según el historiador
William Hitchcock, la mayoría fue abusada en repetidas ocasiones, algunas
llegando a sufrir hasta 60 violaciones. Se calcula que más de 10.000 mujeres
murieron a causa de estos hechos, ya fuera directamente por las agresiones
sexuales recibidas, por complicaciones con los abortos o por suicidio por
motivo del trauma. Los testimonios recogidos a lo largo de estos
años son tan desgarradores como impactantes, por lo que advertimos a los
espectadores sensibles que estén alerta. Recuerdo a una alemana violada. Yacía
desnuda y en la entrepierna le habían metido una granada. Ahora siento vergüenza, pero en ese momento no
la sentí. Una vez unas mujeres alemanas llegaron a nuestro batallón para ver al
comandante. Lloraban. Cuando el médico las revisó vio que tenían
heridas ahí. Estaban completamente desgarradas. Sus ropas interiores estaban
completamente teñidas por la sangre. Dice A. Ratkina en el testimonio recogido por
Svetlana Alekseevich en su famoso libro La guerra no tiene rostro de mujer.
Esta terrible historia no solo es espantosa por su contenido, sino porque era
la regla más que la excepción. La comandancia del Ejército Rojo se mostró
complaciente con estas aberraciones, dado que no había órdenes, pero tampoco
castigos ni voluntad de interrumpir la cadena de atrocidades. Algunos internos sostienen que hubo un periodo
de gracia en el que se les permitía hacer cualquier cosa y que la represión y
sanción de las violaciones tardó meses en llegar. Se comenta que alguna vez un
subalterno se animó a reclamarle a Stalin, quien respondió Son muchachos que
hicieron miles de kilómetros luchando, arriesgando su vida. Tenían derecho a
pasarla bien con una mujer. Existen registros de innumerables casos de
violaciones cometidas por tropas soviéticas en la capital alemana, aún cuando
el tema fue escondido en los años siguientes al final de la guerra, y particularmente
aún hoy es un tema tabú en Rusia. Alekseevich recoge otro testimonio de un
soldado soviético. Éramos jóvenes, fuertes y hacía cuatro años que no estábamos
con una mujer. Entonces salimos a cazar alemanas. Diez
hombres abusaban de una chica, ya que no había demasiadas mujeres. Se escapaban
y se escondían. Entonces si encontrábamos una chica de doce o
trece, la agarrábamos igual. Si gritaba mucho le poníamos un trapo en la boca.
Nos parecía divertido en ese momento. Recién ahora me doy cuenta de lo que hacíamos.
Esta experiencia perturbadora era sufrida por miles de mujeres alemanas, ya que
el estado de la Alemania posguerra era verdaderamente deplorable y las víctimas
muchas veces accedían a ser sometidas, ya sea para no ser asesinadas o a cambio
de alimento o abrigo. Los medios rusos suelen calificar las violaciones masivas
como mitos de Occidente, aunque muchos de los datos hallados han sido extraídos
del diario de un joven soldado soviético. Vladimir Gelfand era un joven teniente
ucraniano y judío del Ejército Rojo que llevaba un diario de guerra a
escondidas ya que era algo prohibido por sus superiores, quienes temían que ese
material cayera en manos enemigas y se filtraran críticas a la comandancia
soviética. En febrero de 1945, Gelfand cuenta cómo sus camaradas rodeaban y
aniquilaban batallones de mujeres alemanas combatientes. Las gatas alemanas que
capturábamos decían que estaban vengando a sus maridos muertos, escribe el
teniente. Debemos destruirlas sin misericordia. Nuestros
soldados sugieren apuñalarlas en sus genitales, pero yo solo las ejecutaría.
Todos estos testimonios fueron recolectados en documentos judiciales, entre los
que también se destacan pruebas de suicidios de niñas de 13 años, quienes tras
ser víctimas de violaciones en grupo, terminaron colgándose de una viga de la
casa o bien ingiriendo altas dosis de esencia de vinagre. Mi sobrina de 13 años fue violada en la
habitación de al lado por 14 soldados rusos. A mi mujer la arrastraron hasta el
granero y allí la violaron también. A la mañana siguiente, antes de dejarla en
la granja, volvieron a hacerlo. Al abrir el granero encontramos su cuerpo
destrozado, relata Otto H., que arrastró en su conciencia esa noche en una
granja de Friedeberg, en Pomerania, por el resto de su vida. En dichos reportes
también se narran las desgarradoras historias de cómo las alemanas preferían
matar a sus hijas y a ellas mismas para evitar ese destino. 70 años después del
final de la Segunda Guerra Mundial, sigue sin hablarse en voz alta en Alemania
sobre las mujeres y niñas violadas por las tropas de los aliados o los
soviéticos. Ni la administración alemana, inexistente, ni
las tropas de ocupación llevaron registro de las violaciones y la mayor parte
de las pruebas documentales que se han encontrado en los informes que realizó
la Iglesia. El arzobispo de Múnich y Frisinga pidió a los sacerdotes llevar un
registro puntual sobre las actividades de los ejércitos extranjeros en la
región y sus efectos sobre las comunidades. Estos registros conservados son
verdaderamente aterradores y demuestran que no solamente el Ejército Rojo fue
artífice de los crímenes sufridos por las ciudadanas alemanas. ![]() Ocho niñas y mujeres violadas, algunas de
ellas en presencia de sus padres, escribió un párroco en estos informes
solicitados por la Iglesia. El padre Andreas Wangand, de un pueblo al norte de
Múnich, escribía Lo más triste del paso de las tropas aliadas fueron las
violaciones de tres mujeres, una casada, una soltera y una niña virgen de 16
años y medio, todas cometidas por soldados americanos fuertemente embriagados.
La víctima más joven registrada en estos documentos fue una pequeña de 7 años
que contrajo una grave enfermedad veneria, y la mayor, una mujer de 69 años. Otra costumbre de las tropas eran las salidas
nocturnas en búsqueda de mujeres indefensas, tal como relata este testimonio
escalofriante. Una noche llamaron a la puerta y eran siete soldados americanos
armados. Exigieron que les preparasen comida y después violaron a mi abuela y a
mi madre. Mi primo lo vio todo, pero nunca habló de
ello, relata Maximiliana, que creció sin saber que era hija de uno de aquellos
despiadados soldados. Comencé a sospechar cuando quise hacer un viaje de
estudios a Estados Unidos. A mi madre aquello la desestabilizó por completo y
después de varios meses y de mucha tensión, mi primo me contó lo que había
presenciado. Fue espantoso. El miedo siempre permanece en
tu cuerpo y nunca lo deshaces. El dolor se disminuye con el tiempo, pero el
miedo siempre está ahí. Lamentablemente, estos sucesos no fueron
difundidos ni condenados, debido a que se sostuvo el silencio y el ocultamiento
durante décadas. Los motivos fueron diversos. Por un lado, el régimen soviético
desmintió y desestimó las acusaciones, y por su parte, las mujeres alemanas
callaban por vergüenza. También en Alemania existía otra causa de
silencio, dado que los esposos de esas mujeres las hacían callar. Eran ellos
los que no querían que esas historias terribles tuvieran difusión. En un
determinado momento, al haber sido tan frecuentes estas terribles violaciones,
las mujeres empezaron a compartir sus experiencias entre sí, ya que fueron
muchas las que habían sufrido lo mismo. De esa manera, las experiencias individuales
de cada una se transformaron en una experiencia colectiva, en la que las
excepciones eran las que habían logrado evitar ser violadas. Las cifras que los
historiadores manejan son escalofriantes, ya que se cree que hubo en ese
periodo alrededor de 2 millones de violaciones sistemáticas en toda Alemania,
las cuales han querido ser borradas de la historia. Sería polémico que en el
famoso film Rescatando al Soldado Ryan, este grupo de marines norteamericanos
violaran despiadadamente mujeres alemanas, francesas o japonesas. ¿No es así? En el imaginario colectivo, los
soldados estadounidenses que lucharon contra la Alemania nazi y el imperio
japonés eran inmaculados y heroicos. Sin embargo, investigaciones recientes
afirman que muchos de estos hombres violaron cientos de miles de mujeres
durante y al final de la Segunda Guerra Mundial. Estos crímenes silenciados
están empezando a ser revisados, descubriendo verdades atroces como la
sistemática violación de mujeres, incluyendo a menores de edad. En el video de hoy vamos a contarles acerca de
los horrorosos crímenes de guerra cometidos por los soldados estadounidenses
contra las mujeres que supuestamente debían rescatar. Prepárense para una
entrega especialmente fuerte e impactante de Historia Militar. Comencemos. A pesar de que los crímenes nazis son
lógicamente los más recordados de la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas de los
aliados también cometieron atrocidades. Entre ellas se destaca el sádico
maltrato hacia las mujeres violadas y, en algunos casos, asesinadas en
múltiples delitos sexuales durante el Día D y la ocupación de Alemania y Japón.
Archivos secretos de tiempos de guerra que se hicieron públicos recién en 2006
revelan que los soldados estadounidenses cometieron más de 400 violaciones en
Europa entre 1942 y 1945. Aunque, por otra parte, un estudio estima que
un total de 14.000 mujeres civiles en Francia y Alemania fueron violadas por
soldados estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, ambos
datos parecen estar bastante lejos de la realidad, ya que muchas de las violaciones
estadounidenses en Alemania en 1945 fueron violaciones en grupos cometidas por
soldados armados a punta de pistola y las mujeres tenían temor de siquiera
hablar del tema. La rama jurídica del ejército se mostró reticente a confirmar
los rumores, pero admitió que por delitos sexuales brutales o pervertidos
contra mujeres alemanas, algunos soldados habían sido fusilados. Esto era más común si se trataba de soldados
negros. Una forma típica de crimen de guerra con agresión sexual por parte de
personal estadounidense, generalmente ebrio, que marchaba por territorio
ocupado, implicaba amenazar a una familia alemana con armas y obligar a una o
más mujeres a tener relaciones sexuales de forma sádica y brutal, para luego
sacar a toda la familia a la calle y robar sus pertenencias. Aunque se
instituyeron políticas de no confraternización para los estadounidenses en
Alemania, las tropas del ejército de los Estados Unidos utilizaron como lema la
frase «Copular sin conversación no es confraternización». ![]() Empecemos contando qué fue lo que sucedió
durante la ocupación de Berlín cuando los nazis fueron derrotados. Las familias
alemanas sentían terror a la llegada de las tropas soviéticas porque entre
pueblos y ciudades germanas viajaban rápidamente las historias sobre las
violaciones sistemáticas del Ejército Rojo. Los soldados americanos, sin
embargo, fueron recibidos como liberadores y la propaganda ha dejado marcada en
el ideario colectivo alemán la imagen del «amigo americano» como un soldado de
ocupación que no cometió crímenes de guerra. Sin embargo, la realidad fue completamente
distinta. Este relato, como cuenta la siguiente especialista, se basó en gran
parte en la presión social. Durante la primavera de 1945, las tropas americanas
tomaron uno a uno los pueblos y ciudades de distintas regiones alemanas. En la mayor parte de ellos no sólo no
encontraron resistencia alguna, sino que incluso eran recibidos con banderas
estadounidenses en las calles. De esta forma se instalaban en el ayuntamiento y
preparaban la inspección casa por casa. Las tropas efectuaban un primer
registro en busca de combatientes enemigos, de armas y refugiados nazis. Una vez comprobado que no había ningún
peligro, comenzaba el saqueo. Estos crueles soldados se apropiaban de relojes,
bicicletas, radios, gafas de sol, joyas y cualquier objeto de valor que
encontraran en las casas. Finalmente, antes de irse, violaban a mujeres y niñas
a modo de despedida. Ni la poca administración alemana que quedaba
ni las tropas de ocupación llevaron registro alguno de las atroces violaciones.
La mayor parte de las pruebas documentadas se han encontrado en los informes
que realizó la Iglesia en ese momento. El arzobispo de Múnich pidió a los
sacerdotes de todos los pueblos llevar un registro puntual sobre las
actividades de los ejércitos extranjeros en la región y sus efectos sobre las
comunidades. A estos registros que se conservan en Múnich
pertenecen, por ejemplo, las anotaciones de Michael Merckx Müller, párroco del
pueblo de Ramsau, que el 20 de julio de 1945 escribió OCHO NIÑAS Y MUJERES
VIOLADAS, ALGUNAS DE ELLAS EN PRESENCIA DE SUS PADRES. El padre Alois Schiml,
de Mossburg, escribió el 1 de agosto de 1945 Por orden del gobierno militar,
una lista de todos los residentes y sus edades debe ser clavada en la puerta de
cada casa. Como resultado de este decreto, 17 niñas y mujeres han debido ser
llevadas al hospital tras haber sido objeto de abusos sexuales repetidos por
parte de las tropas norteamericanas. ![]() Según consta en estos registros eclesiásticos,
la víctima más pequeña fue una niña de 7 años que contrajo una grave enfermedad
venérea, mientras que la mayor fue una mujer de 69 años. Esto es sólo la prueba
de lo cruento e inhumano del comportamiento de los soldados, que no tenían
ningún justificativo militar para comportarse como bestias salvajes. Los
estadounidenses hacían lo que querían, sin impedimento ni control alguno, ni
siquiera preocupándose por mantener ocultos sus crímenes. Así lo narra un informe alemán y el testimonio
de una víctima. Actualmente, habían buscado a niñas. Y luego fui asesinada por
uno de ellos. Me llevó a una taverna antigua. ¿Qué podía
haber hecho? Tenía una pistola, así que, ¡oh, no! ¿Si luchaba o gritaba? Esto
era en el día. Solo agarraban a una niña, la llevaban a algún lugar y eso fue
todo. A menudo, las tropas americanas pedían a las
autoridades locales personal femenino, grupo de mujeres, supuestamente para
atender en las tareas de secretariado o cocina. Era un tipo de trabajo forzoso,
que a menudo encubría violaciones indiscriminadas. Los grupos de mujeres
rotaban y eran sustituidas cada 15 días. Cuando volvían a casa, guardaban silencio
sobre lo ocurrido con un enorme sentimiento de culpa. Las mujeres simplemente
aceptaban lo que les ocurría, sabían que no tenían mucha opción. En su
concepción de las cosas, ellas pertenecían al bando de los perdedores de la
guerra y de alguna forma debían aceptar estas aberraciones como un castigo. Por esto es que la cantidad de violaciones
cometidas por las tropas estadounidenses son difíciles de mensurar. La
vergüenza y el dolor de las víctimas no les ha permitido denunciar los hechos
en paz. Este comportamiento criminal, sistemático y atroz llegaba hasta lugares
inusitados. Los soldados intercambiaban información sobre
en qué casas había mujeres y niños indefensos. Las violaciones eran los hechos
más traumáticos que las tropas ejercían sobre las mujeres, pero eso no era
todo. En los partes hospitalarios queda constancia de la brutalidad. Además de violadas, muchas mujeres eran
azotadas con fustas y látigos o atacadas con armas blancas. Casi no hay
testimonios de estas atrocidades, pero la escritora Ursula Herking dejó en su
autobiografía un escalofriante relato de lo sufrido en carne propia. Después de
los primeros meses de la posguerra en los que este tipo de abusos estuvo a la
orden del día, proliferaron otro tipo de actos sexuales donde la frontera del
consentimiento se vuelve mucho más difusa. El hambre y las precariedades que dejó la
contienda llevaron a muchas alemanas a prostituirse por apenas unos pocos
víveres con los que a menudo se alimentaba una familia. La propaganda
estadounidense promovió la idea de que las mujeres alemanas se sentían atraídas
por las tropas americanas, lo que sirvió como argumento machista para los
criminalmente llamados excesos. Si bien la posguerra dejó atrocidades regadas
por el territorio alemán, el comportamiento de los GIs estadounidenses era
condenable desde antes que la guerra terminara. ![]() A partir del día D y el despliegue de tropas
norteamericanas en Europa, existieron violaciones en todas las ciudades
francesas donde los soldados norteamericanos se ubicaron. El primer crimen
sexual contabilizado oficialmente tiene lugar apenas unas semanas después del
desembarco. Los protagonistas de las violaciones no eran generalmente
combatientes de primera línea, sino miembros de unidades de apoyo logístico. La explicación parece simple, los soldados que
no participaban directamente en los combates tenían más tiempo libre y estaban
sujetos a una menor disciplina. Los clichés que explican el imaginario
norteamericano que se había impregnado en los combatientes venían de la Primera
Guerra Mundial. Francia era presentada en la revista militar Stars and Stripes
como una gran casa de prostitutas, un país erotizado y cuyas mujeres eran
bellas, acogedoras, y en el caso de los soldados que fueron reportados, solo
182 fueron reportados. Entre 1944 y 1945, 29 soldados fueron
ejecutados en público por delito de violación, de los cuales 25 eran negros.
Como en Francia solo se utilizaba el sistema de la guillotina, el ejército de
Estados Unidos hizo ir a un verdugo de Texas especialista en ahorcamientos.
Estaba claro que el racismo imperante entonces en Estados Unidos se reflejaba
en las decisiones de los tribunales militares. Por el mismo delito, un soldado negro siempre
era condenado con muchísima más dureza, así lo cuenta otra especialista. En ese
momento, la justicia americana en casa tendía a evaluar un asalto sexual por un
hombre negro contra una mujer blanca como particularmente asustador. Por otra
parte, cuando la denunciante acusaba a un militar blanco, normalmente la
investigación era menos rigurosa o incluso inexistente. Fue el propio general Eisenhower quien ordenó
que las ejecuciones fueran públicas, en el lugar de los hechos y con la
asistencia de las víctimas, sus familiares y vecinos. Buscaba así calmar la ola
de protestas que empezaron a inundar la prensa de la época y a callar los
rumores de las atrocidades que estaban cometiendo sus soldados. Por supuesto,
los historiadores especialistas aseguran que la gran mayoría de las víctimas
nunca presentaron una denuncia. Las violaciones y delitos sexuales no
solamente ocurrieron en territorio europeo. A principios de 1945, las tropas
estadounidenses ya estaban desembarcando en territorio japonés y para agosto de
ese mismo año, tras el ataque nuclear a Hiroshima y Nagasaki, Japón se había
rendido y las tropas de ocupación aliadas ocuparon las islas principales. La
toma del territorio terminó en la mayor parte de Japón el 28 de abril de 1952,
pero hasta ese entonces, las atrocidades cometidas por el ejército
norteamericano fueron verdaderamente indefendibles. ![]() Si bien no hay pruebas certeras de que las
tropas aliadas cometieran violaciones masivas durante la Guerra del Pacífico,
existen numerosos testimonios que alegan que las fuerzas estadounidenses
cometieron un incontable número de delitos sexuales durante la Batalla de
Okinawa en 1945 y la posterior ocupación. Uno de los tantos ejemplos que
destacan es el sucedido en un pueblo de la península japonesa de Motobu después
del desembarco. En aquel momento, en el poblado sólo había mujeres, niños y
ancianos, ya que todos los hombres jóvenes habían sido movilizados para la
guerra. Poco después de su llegada, los marines
rastrillaron toda la aldea, pero no encontraron señales de fuerzas japonesas.
Aprovechando la situación de vulnerabilidad de la población, organizaron un
juego macabro y siniestro. Comenzaron a cazar mujeres a plena luz del día. Como si se tratara de un día de cacería,
buscaban a todas las que se escondían en el pueblo o en los refugios antiaéreos
cercanos y las sacaban, arrastrándolas de los pelos. Luego eran brutalmente
violadas, sin piedad alguna. Otra muestra de la ferocidad de las tropas aliadas
la da el testimonio de un inocente y joven soldado compatriota de los
violadores. Marchando hacia el sur, hombres del 4º
Regimiento de Infantería de Marina pasaron junto a un grupo de unos 10 marines
estadounidenses agrupados en un círculo cerrado junto a la carretera. Estaban
bastante animados, observó un cabo que supuso que estaban jugando a los dados.
Luego, cuando pasaron junto a ellos, el joven sorprendido contó que pudo ver
que se turnaban para violar a una mujer oriental. El cabo tuvo la intención de intervenir, pero
su equipo siguió avanzando como si nada inusual estuviera ocurriendo. El
silencio cómplice de las tropas norteamericanas es en parte responsable de que
muchas de estas historias no se conozcan y que las estadísticas limpien la imagen
de una fuerza militar que claramente fue, al menos en parte, criminal. Lo más
desesperante es que las mujeres no solo sufrieron a manos de soldados enemigos,
sino de las propias tropas imperiales. En este desgarrador testimonio, una dama de
confort, que es como se llamaba a mujeres asinadas y violadas sistemáticamente
por soldados nipones, cuenta su escalofriante experiencia cuando solo tenía 17
años. Aunque los informes japoneses sobre violaciones fueron ignorados en ese
momento debido a la falta de registros, es posible que hasta 10.000 mujeres de
Okinawa hayan sido violadas, según la estimación de un historiador local. Se ha
afirmado que las violaciones eran tan frecuentes que la mayoría de los habitantes
de Okinawa mayores de 65 años, alrededor del año pasado, conocían o habían oído
hablar de al menos una mujer que había sido violada después de la guerra. Durante los primeros 5 años de la ocupación
estadounidense de Okinawa se denunciaron apenas 76 casos de violación. Sin
embargo, se estima que este número diste astronómicamente de la cifra real, ya
que casi la totalidad de los casos no fueron denunciados. La explicación más
simple de por qué el ejército estadounidense no tiene registros de violaciones
es porque muy pocas mujeres de Okinawa denunciaron abusos, principalmente por
miedo, vergüenza y deshonra, tal como había sucedido con las mujeres alemanas. Sin embargo, los bebés birraciales nacidos
fruto de estas violaciones son una evidencia viva de lo sucedido. En diversas
entrevistas, historiadores y ancianos de Okinawa dijeron que decenas de mujeres
de la zona que fueron violadas dieron a luz a niños birraciales, pero que
muchas de ellas fueron inmediatamente asesinadas o abandonadas por vergüenza,
disgusto o trauma por sus maridos locales. Sin embargo, lo más frecuente es que
las víctimas de violación se sometieran a abortos rudimentarios con la ayuda de
parteras de las aldeas, que muchas veces acababa por quitarles la vida. Así como los soldados estadounidenses que
violaban mujeres alemanas luego les dejaban comida para hacer pasar el acto
como una prostitución, en lugar de una violación, algo similar sucedía en
Japón. Las mujeres japonesas que mendigaban comida durante la ocupación aliada,
eran violadas y las tropas a veces les dejaban algo a cambio, como comida, ropa
o productos de higiene, para lavar las culpas del acto animal y perverso que
habían cometido. Los embarazos, fruto de todas las violaciones cometidas por
los marines norteamericanos, son precisamente la base sobre la que la historiadora
Miriam Gebhardt hace proyecciones para intentar calcular la cantidad de
víctimas. La estimación es que el 5% de los niños de la
guerra, nacidos de mujeres no casadas a mediados de la década de 1950, fueron
el producto de una violación. Esta aproximación da un total de 1.900 niños de
padres estadounidenses, solamente en territorio alemán. Atendiendo además a la
estadística de la que se desprende que por cada nacimiento cabe suponer 100
violaciones, aparece como resultado por lo menos 190.000 casos. Si bien esta cifra ya de por sí es
espeluznante, solamente está considerando los crímenes sexuales llevados a cabo
en Alemania. Si se piensa que durante la ocupación en Francia y Japón hubo una
cantidad similar o mayor de violaciones por parte de los estadounidenses, el
número se eleva de forma radical. Gebhardt, que por primera vez pone cifras a
las violaciones masivas, calcula 860.000, pero este número es tan terrible como
tentativo. De cualquier manera estas cifras son solo la
punta del iceberg. El número verdadero seguramente sea muy superior, dado que
como ya mencionamos, muchas mujeres y niñas prefirieron no hablar nunca de ello
por vergüenza y por sentirse responsables de haber sido violadas, incluso en un
punto llegando a creer que lo merecían por formar parte del bando perdedor. Así
lo cuenta la nieta de una víctima. Hay que tener en cuenta un último y aterrador
factor en la proyección de la cifra de víctimas, y es el número de personas que
han sido víctimas de violaciones sexuales. el de aquellas mujeres que
decidieron quitarse la vida como consecuencia de estos delitos sexuales. En
documentos judiciales constan pruebas de suicidios de niñas de 13 años tras ser
víctimas de violaciones en grupo, ya sea colgándose de una viga de la casa o
ingiriendo altas dosis de esencia de vinagre, los dos recursos más utilizados
en la época. Más de 70 años después del final de la Segunda
Guerra Mundial, sigue sin hablarse en voz alta sobre las mujeres y niñas
violadas por las tropas aliadas de ocupación. Que Estados Unidos haya pasado
por alto este macabro capítulo de su historia militar es una verdadera mancha
no solo en su historia militar, sino en su identidad como nación. El poder de
Washington, con el arma de Hollywood a la cabeza, ha utilizado la Segunda Guerra
Mundial para cultivar un sentimiento patriótico en su población, logrando un
mensaje sólido para los norteamericanos y una hábil propaganda hacia el
exterior. Es cierto que las tropas imperiales japonesas
han sido conocidas por su perversión y crueldad con las mujeres de sus
enemigos, pero el trato que los aliados dispensaron a las japonesas en la
Segunda Guerra Mundial no se queda atrás. Si bien es un tema tabú para los
norteamericanos, sus milicias fueron tan depravadas como las niponas,
especialmente en dos momentos históricos en el conflicto bélico más importante
del siglo XX. En el video de hoy vamos a hablar de la historia que algunas
fuentes aliadas han querido silenciar, pero que siguen saliendo a la luz con
escalofriantes testimonios y estudios. Queremos compartir con ustedes las atrocidades
cometidas por las tropas estadounidenses durante la Batalla de Okinawa y la
posterior ocupación en Japón. El material que vamos a compartir a continuación
es de naturaleza sensible, así que asegúrense de estar acompañados al momento
de ver este video. Bienvenidos una vez más a Historia Militar, comencemos. Estas imágenes impresionantes son de la
conocida Batalla de Okinawa, en la que se combatió de forma sangrienta durante
82 largos días, desde principios de abril hasta mediados de junio de 1945. Es
recordada por la ferocidad y brutalidad de los combates. La intensidad de los
disparos y la enorme cantidad de buques aliados y vehículos blindados que
asaltaron la isla, dio como resultado una de las batallas con más víctimas,
civiles y militares, en toda la campaña del Pacífico. Según estimaciones oficiales, la totalidad de
los fallecidos supera el cuarto de millón. El objetivo principal de la
operación fue apoderarse de la gran isla de Okinawa, a solo 550 kilómetros de
distancia de Japón, y darle un golpe moral al imperio, planeando usarla como
base para las operaciones aéreas con el plan de invadir territorio japonés. A
pesar de que la ocupación de la isla fue un éxito, los crímenes y atrocidades
cometidas por los norteamericanos en esta empresa militar siguen siendo
controversiales al día de hoy. Okinawa tenía una elevada población civil
indígena no involucrada en el conflicto, que fue arrasada por las tropas
aliadas. Si bien el cálculo no es exacto, se estima que el desembarco dejó casi
150.000 muertos inocentes a causa del fuego de artillería, ataques aéreos e
incluso contando ejecuciones realizadas por el ejército imperial japonés. Las
milicias estadounidenses relataron que durante la batalla se les hacía difícil
distinguir a los civiles de los soldados. Un testimonio de un soldado de infantería es
tan ilustrativo como terrible. Nos disparaban desde sus pequeñas casas, pero no
podíamos distinguir cuáles estaban ocupadas por los civiles y cuáles por
soldados. Fue terrible no poder distinguir entre el enemigo y las mujeres y los
niños. En un momento ya nos dejó de importar y
empezamos a abrir fuego de forma indiscriminada. No sabíamos a quién estábamos
apuntando, solo disparábamos. A pesar de las imágenes que vimos y lo que
contaban horribles testimonios, ser acribillados por armas enemigas no era lo
peor que podía pasarle a la población civil de Okinawa. Empezaron a correr rumores difundidos por las
tropas imperiales niponas acerca de los salvajes americanos y los tormentos a
los que iban a someter a los nativos. Fue por esa razón que con la inminente
victoria de las tropas estadounidenses comenzaron a producirse suicidios en
masa entre los locales. Un artículo publicado en el Ryukyu Jinpo, uno de los
dos periódicos principales de la isla, reveló en 2007 que muchos habitantes de
Okinawa declararon que el ejército japonés directamente los obligó a
suicidarse. No solo eso, sino que también aparecieron
testigos que manifestaron que les fueron entregadas granadas para autoinmolarse
y atentar contra los norteamericanos. Otra parte de los civiles, inundados y
adoctrinados por la propaganda japonesa, no solo se suicidaron, sino que antes
mataron a sus familias para evitar las supuestas vejaciones a las que los bárbaros
soldados de los Estados Unidos iban a someterlos. Muchos de ellos se arrojaron
trágicamente junto a sus familias desde los altos acantilados, donde
actualmente está situado el Museo de la Paz. Sin embargo, a pesar de que el terror
esparcido entre los locales era una estrategia del ejército imperial para
lograr que los locales se sublevaran contra los invasores y luchen contra
ellos, parece ser que muchos de los rumores estaban lejos de ser una simple
propaganda. Los crímenes de guerra cometidos por los Estados Unidos siempre han
sido un tema controversial, dado que hay pocos registros de los hechos
sucedidos. En este caso, un grupo de historiadores ha calculado que soldados
norteamericanos cometieron más de 10.000 violaciones durante los tres meses que
duró esta batalla. ![]() Oficiales del Cuerpo de Marines en Okinawa y
Washington han declarado no tener conocimiento de que se hubieran cometido
violaciones por soldados estadounidenses en Okinawa, y en sus registros no
consta que los marines cometieran ningún crimen de guerra. Sin embargo, las
violaciones cometidas en esta empresa son otro de los secretos sucios que las
crónicas militares norteamericanas eligen suprimir de los informes históricos.
Los testimonios son pocos pero aberrantes, dado que las mujeres locales no se
animaron a denunciar los hechos en su momento. Pocas habitantes de Okinawa quedaron
embarazadas como producto de los ataques, ya que el estrés y la mala
alimentación hacía que la mayoría no fueran fértiles. Las que sí lo hicieron
abortaron antes de que sus maridos y padres regresaran de la guerra, para no
ser consideradas una deshonra para la familia. Los precarios métodos llevaron a
que muchas de ellas murieran en el procedimiento, quedando el crimen de guerra
enterrado para siempre con ellas, sus propias madres, para no tener que cargar
con la deshonra de la violación. Un episodio recogido por algunos historiadores
resume brevemente estos desgarradores actos, en un pueblo de la península de
Liberadas. El juego se retomaba al día siguiente. Si bien los norteamericanos
tienen una mirada muy tendenciosa de los crímenes de guerra cometidos en
Okinawa, no es menos cierto que los propios nipones se ejercieron sobre esa
población salvajadas Cabe destacar que el ejército imperial consideraba a los nativos
de la isla una raza inferior, así como lo hacían con los chinos o los coreanos,
dando a entender que la supremacía racial se encontraba en tierras japonesas. Las milicias niponas ejecutaban a todos
aquellos okinawenses que se rehusaran a colaborar con ellos para enfrentar al
enemigo, ya fuera como en el caso de Kanagawa, que fue donde se esperaba que
los estadounidenses hicieran el primer aterrizaje en tierras niponas, se
recomendó que las mujeres jóvenes y las niñas evacuaran la zona de forma automática,
entre las directivas más terribles. Educación moral y espiritual de la nación.
A veces no eran las autoridades sino sus propias familias quienes realizaban
estas recomendaciones, como en el testimonio que vamos a mostrarles a
continuación. Siete mujeres del personal hospitalario.
Algunos médicos y pacientes varones que intentaron proteger a las mujeres
fueron asesinados fríamente. Sin embargo, la peor tragedia fue que una de las
mujeres violadas tenía un bebé de dos días en brazos, que fue aniquilado al ser
arrojado al suelo con violencia cuando las tropas intentaban abusar
salvajemente de la mujer. El segundo fue una redada planificada y
siniestra sucedida el 11 de abril de 1946. El hecho fue protagonizado por entre
30 y 60 soldados estadounidenses que cortaron las líneas telefónicas de un
bloque de viviendas en la ciudad de Nagoya para aislarlo y tenerlo a su merced.
El grupo de perversos soldados fueron casa por casa y simultáneamente violaron
a todas las niñas y mujeres de entre 10 y 55 años en la zona. Los norteamericanos no fueron los únicos
perpetradores de estas atrocidades que fueron desestimadas y barridas bajo la
alfombra. Las tropas australianas, británicas y neozelandesas en Japón, como
parte de la fuerza de ocupación de la Commonwealth británica, conocida por sus
siglas BCOF, también cometieron actos criminales imperdonables. Los informes
oficiales constatan que sus miembros fueron condenados por cometer apenas 57
violaciones en el periodo comprendido entre mayo de 1946 y diciembre de 1947 y
otras pocas 23 entre enero de 1948 y septiembre de 1951. Sin embargo, incluso aunque se creyera en los
números aportados por estos reportes, las penas impuestas a los miembros del
BCOF culpables no para nada severas. De hecho, las condenas impuestas a los
australianos a menudo fueron mitigadas o directamente anuladas por los
tribunales de Australia en la mayoría de los casos, que consideraban que esos
crímenes eran propios del fragor de la batalla. Algunos testimonios que han
quedado por escrito de esas épocas ilustran un poco el infierno sufrido por las
japonesas. Una ex prostituta recuerda que tan pronto como
las tropas australianas llegaron a Kure, a principios de 1946, arrastraron a
mujeres jóvenes a sus jeeps, las llevaron a la montaña y luego las violaron.
Los locales las oían gritar pidiendo ayuda casi todas las noches. Este
comportamiento era común y se repetía en la mayoría de los poblados, pero las
noticias sobre actividad criminal por parte de las fuerzas de ocupación eran
rápidamente disminuidas o ignoradas. La mayoría de los documentos con las denuncias
eran devueltos con la leyenda oficial condena anulada por falta de pruebas y
esos expedientes fueron cerrados para siempre. Otro testimonio desgarrador es
el de Alan Clifton, un oficial australiano que actuó como intérprete e
investigador criminal durante esos años de la ocupación, que recuerda
amargamente lo sucedido. Me paré junto a una cama en el hospital. Sobre él yacía una niña inconsciente con su
largo cabello negro alborotado sobre la almohada. Un médico y dos enfermeras
estaban intentando reanimarla pero sin éxito. Una hora antes había sido violada
por 20 oficiales. La encontramos donde la habían dejado, en un
terreno baldío en Hiroshima. La chica era japonesa, los soldados eran australianos.
Los gemidos y lamentos habían cesado y ahora estaba en silencio. La torturada tensión de su rostro había
desaparecido y la suave piel morena estaba tersa y sin arrugas, manchada de
lágrimas como el rostro de un niño que ha llorado hasta quedarse dormido. Si se
preguntan cómo fue posible que estas atrocidades sucedieran sin que nadie
dijera nada al respecto, solamente fue posible gracias a un plan sistemático de
ocultamiento. No sólo los altos mandos de las Fuerzas Armadas Aliadas se
ocuparon de minimizar o invisibilizar estos atroces delitos, sino que de forma
cínica e inteligente las tropas estadounidenses impusieron una amplia censura a
los medios de comunicación japoneses. Vean sino las fotografías que se hacían
circular en ese momento, dando a entender una fraternidad inexistente. Incluso
había algunos periódicos que sostenían que los burdeles de la ARA eran un
negocio espectacular. Desde el 10 de diciembre de 1945 hasta el final de la
ocupación en 1952, los medios locales tenían prohibido cubrir temas sociales
delicados y crímenes graves cometidos por miembros de las fuerzas de ocupación,
haciendo particular énfasis en no mencionar casos de violaciones. Algunos medios nipones fueron directamente
colaboracionistas de los ocupantes aliados, llegando a afirmar en algunas
noticias que no se estaban cometiendo crímenes ni abusos sexuales de ningún
tipo. Con el lento y largo correr de los años, Japón empezaría a sanar sus
heridas cuando las revistas niponas empezaron a publicar relatos en primera persona
de violaciones cometidas por militares estadounidenses, haciéndose cargo de una
parte triste y oscura de su historia. Los crímenes de guerra siempre son
atroces y deben ser juzgados de manera imparcial y castigados con todo el peso
de la ley. Sin embargo, suele haber pocas condenas a
milicias norteamericanas. ¿Crees que suele haber una mirada sesgada sobre las
aberraciones que las tropas de Estados Unidos han cometido en distintos
conflictos bélicos? Deja tus opiniones en los comentarios abajo. Hasta aquí el
video de hoy. Te agradecemos haber llegado hasta el final y
te esperamos en las próximas entregas de Historia Militar. |
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Transkribiert von TurboScribe.ai |
© Leonardo Historia
© La Gazeta Federal
PLÜNDERUNG BERLINS - ZWEITER WELTKRIEG | ||
19. Juni 2025, Quelle: Leonardo
Historia
La
Gazeta Federal |
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Am 2. Mai 1945 nahm die Sowjetunion
Berlin ein, was das Ende des Krieges in Europa bedeutete. Zur Belohnung
erlaubte Stalin den sowjetischen Soldaten, Pakete bis zu 5 Kilo nach
Hause zu schicken, was zu massiven Plünderungen führte. Vor
allem aber durften sie auch Frauen missbrauchen, mit der
Begründung, sie hätten es verdient, sich zu amüsieren". Innerhalb weniger Wochen wurden etwa 2 Millionen deutsche Frauen systematisch vergewaltigt. Die Sowjetunion hat nie die Verantwortung für diese Verbrechen übernommen. Auch andere alliierte Mächte waren daran beteiligt, hauptsächlich durch ihr Schweigen. Für viele deutsche Frauen war der Fall Berlins nicht das Ende des Grauens, sondern der Beginn eines neuen Albtraums. |
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Am 2.
Mai 1945 marschierte die Sowjetunion schließlich in Berlin ein
und besiegte Deutschland ein für alle Mal. Nach dem Fall Berlins
erhielten die Soldaten der Sowjetarmee eine Sondergenehmigung von ihrem
Fahrer Joseph Stalin. Als Privileg für ihren Sieg durften sie ein
Paket von bis zu 5 Kilo ohne Einschränkungen nach Hause schicken,
also schickten die Soldaten buchstäblich alles. Das Schreckliche daran war, dass dies alles das Ergebnis systematischer und unkontrollierter Plünderungen war. Die Wahrheit ist jedoch, dass die erhaltenen Genehmigungen weit über die Gegenstände hinausgingen, die aus dem Diebstahl der Kriegsbesiegten stammten, und es war eine Tragödie, für die die Sowjetunion nie zur Rechenschaft gezogen wurde. In nur wenigen Wochen wurden etwa 2 Millionen deutsche Frauen massiv und systematisch von Angehörigen der Roten Armee vergewaltigt, denen Stalin grünes Licht gegeben hatte, indem er behauptete, dass die Soldaten nach einem so harten Feldzug das Recht hätten, sich mit Frauen zu vergnügen. Auch andere alliierte Armeen, wie die französische und die amerikanische, waren an der Barbarei beteiligt, wenn auch in weitaus geringerem Maße, aber vor allem trugen sie durch ihr Schweigen dazu bei. In diesem Video teilen wir mit Ihnen die erschütterndsten Zeugnisse und Situationen, die die Opfer dieser Gräueltaten durchleben mussten. Als es den alliierten Armeen und der Roten Armee gelang, die Streitkräfte des Dritten Reiches zu besiegen und den Widerstand in Berlin niederzuschlagen, dachten alle, dass die Schrecken des Krieges vorbei seien, aber für die deutschen Überlebenden begann der Albtraum gerade erst. Deutsche Frauen waren eine der wertvollsten Kriegsbeute, um die die Sieger kämpften, und so wurde Berlin zu einem Jagdrevier für Frauen. Ob jugendlich, erwachsen, alt, stark oder krank - alle Frauen wurden von Soldaten unterworfen, die jeden dieser gewalttätigen Übergriffe mit Euphorie feierten, unabhängig vom Alter der Opfer, die von 12-jährigen Mädchen bis zu Frauen in den 70ern reichten. Hier ist das Zeugnis einer Überlebenden. Eine
kleine Mongolin, wir hatten sogar May, mit offenem Haar, und dann kamen
sie an die Wand, in den Raum, legten diese Pappe auf den Tisch und
erzählten den Leuten in Berlin, dass Peter Schin Stalin seinen
Soldaten das Recht gab, sich zu rasieren, zu stehlen, zu töten, zu
tun, was immer sie tun wollten, und glauben Sie mir, sie taten es. Dem
Historiker William Hitchcock zufolge wurden die meisten wiederholt
missbraucht, einige erlitten bis zu 60 Vergewaltigungen.
Schätzungen zufolge starben mehr als 10.000 Frauen an den Folgen
dieser Ereignisse, entweder direkt durch sexuelle Übergriffe,
durch Komplikationen bei Abtreibungen oder durch Selbstmord aufgrund
des Traumas. Heute schäme ich mich dafür, aber damals habe ich mich nicht geschämt. Einmal kamen einige deutsche Frauen zu unserem Bataillon, um den Kommandeur zu sehen. Sie weinten. Als der Arzt sie untersuchte, sah er, dass sie dort Wunden hatten. Sie waren völlig zerrissen. Ihre Unterwäsche war völlig mit Blut befleckt. Sagt A. Ratkina in dem Zeugnis, das Swetlana Alekseevich in ihrem berühmten Buch Krieg hat kein Frauengesicht gesammelt hat. Diese schreckliche Geschichte ist nicht nur wegen ihres Inhalts entsetzlich, sondern auch, weil sie eher die Regel als die Ausnahme war. Die Führung der Roten Armee nahm diese Entgleisungen billigend in Kauf, denn es gab keine Befehle, aber auch keine Bestrafung und keinen Willen, die Kette der Gräueltaten zu unterbrechen. Einige Häftlinge behaupten, dass es eine Gnadenfrist gab, in der sie alles tun durften, und dass es Monate dauerte, bis die Verstöße unterdrückt und bestraft wurden. Ein Subalterner soll es einmal gewagt haben, sich bei Stalin zu beschweren, der ihm antwortete: "Das sind Jungen, die Tausende von Kilometern im Kampf zurückgelegt und ihr Leben riskiert haben. Sie hatten das Recht, sich mit einer Frau zu vergnügen. Es gibt Aufzeichnungen über zahllose Vergewaltigungen durch sowjetische Truppen in der deutschen Hauptstadt, auch wenn das Thema in den Jahren nach Kriegsende verschwiegen wurde und vor allem in Russland bis heute ein Tabuthema ist. Alekseevich sammelt ein weiteres Zeugnis eines sowjetischen Soldaten. Wir waren jung, stark und hatten seit vier Jahren keine Frau mehr gehabt. Dann gingen wir auf die Jagd nach deutschen Frauen. Zehn Männer missbrauchten ein Mädchen, weil es nicht allzu viele Frauen gab. Sie liefen weg und versteckten sich. Erst jetzt begreife ich, was wir getan haben. Diese verstörende Erfahrung mussten Tausende von deutschen Frauen machen, denn die Zustände im Nachkriegsdeutschland waren wirklich beklagenswert, und die Opfer erklärten sich oft bereit, sich unterwerfen zu lassen, entweder um nicht getötet zu werden oder im Austausch gegen Nahrung oder Unterkunft. Die russischen Medien tun die Massenvergewaltigungen oft als Mythen des Westens ab, obwohl viele der gefundenen Fakten dem Tagebuch eines jungen sowjetischen Soldaten entnommen sind. Wladimir Gelfand war ein junger ukrainischer und jüdischer Leutnant der Roten Armee, der heimlich ein Kriegstagebuch führte, da dies von seinen Vorgesetzten verboten war, die befürchteten, dass das Material in die Hände des Feindes fallen und Kritik an der sowjetischen Führung verbreiten könnte. Im Februar 1945 berichtet Gelfand, wie seine Kameraden Bataillone deutscher Kämpferinnen umzingelten und vernichteten. Die deutschen Frauen, die wir gefangen nahmen, sagten, sie würden ihre toten Ehemänner rächen, schreibt der Leutnant. Wir müssen sie ohne Gnade vernichten. Unsere Soldaten schlagen vor, ihnen in die Genitalien zu stechen, aber ich würde sie einfach hinrichten. All diese Aussagen wurden in Gerichtsdokumenten gesammelt, die auch Beweise für Selbstmorde von 13-jährigen Mädchen enthalten, die sich nach einer Gruppenvergewaltigung an einem Hausbalken erhängten oder hohe Dosen von Essigessenz zu sich nahmen. Meine 13-jährige Nichte wurde von 14 russischen Soldaten im Nebenzimmer vergewaltigt. Meine Frau wurde in die Scheune gezerrt und auch dort vergewaltigt. Am nächsten Morgen, bevor sie sie auf dem Hof zurückließen, taten sie es wieder. Als wir die Scheune öffneten, fanden wir ihre verstümmelte Leiche, sagt Otto H., der diese Nacht auf einem Bauernhof in Friedeberg, Pommern, für den Rest seines Lebens auf dem Gewissen hat. Diese Berichte erzählen auch die herzzerreißenden Geschichten, wie deutsche Frauen es vorzogen, ihre Töchter und sich selbst zu töten, um einem solchen Schicksal zu entgehen. Siebzig Jahre nach dem Ende des Zweiten Weltkriegs wird in Deutschland noch immer nicht über die von alliierten oder sowjetischen Truppen vergewaltigten Frauen und Mädchen gesprochen. Weder die nicht existierende deutsche Verwaltung noch die Besatzungstruppen haben über die Vergewaltigungen Buch geführt, und die meisten Belege sind in Berichten der Kirche zu finden. Der Erzbischof von München und Freising forderte die Priester auf, die Aktivitäten der fremden Armeen in der Region und ihre Auswirkungen auf die Gemeinden zeitnah zu dokumentieren. Diese erhaltenen Aufzeichnungen sind wirklich erschreckend und zeigen, dass nicht nur die Rote Armee für die Verbrechen an den deutschen Bürgern verantwortlich war. ![]() Acht Mädchen und Frauen wurden vergewaltigt, einige von ihnen im Beisein ihrer Eltern, schrieb ein Pfarrer in diesen von der Kirche angeforderten Berichten. Pfarrer Andreas Wangand aus einem Dorf nördlich von München schrieb Das Traurigste am Durchzug der alliierten Truppen waren die Vergewaltigungen von drei Frauen, einer verheirateten Frau, einer unverheirateten Frau und einem 16einhalbjährigen jungfräulichen Mädchen, die alle von stark alkoholisierten amerikanischen Soldaten begangen wurden. Das jüngste in diesen Dokumenten aufgeführte Opfer war ein 7-jähriges Mädchen, das sich eine schwere Geschlechtskrankheit zuzog, und das älteste eine 69-jährige Frau. Eine weitere Angewohnheit der Truppen war es, sich nachts auf die Suche nach wehrlosen Frauen zu machen, wie dieses erschütternde Zeugnis zeigt. Eines Nachts klopfte es an der Tür und sieben bewaffnete amerikanische Soldaten erschienen. Sie verlangten, dass man ihnen Essen zubereitet, und vergewaltigten dann meine Großmutter und meine Mutter. Meine Cousine hat das alles gesehen, aber nie darüber gesprochen, sagt Maximiliana, die aufwuchs, ohne zu wissen, dass sie die Tochter eines dieser skrupellosen Soldaten war. Ich wurde misstrauisch, als ich zu einer Studienreise in die Vereinigten Staaten aufbrechen wollte. Das brachte meine Mutter völlig aus dem Gleichgewicht, und nach mehreren Monaten und vielen Spannungen erzählte mir mein Cousin, was er erlebt hatte. Es war beängstigend. Die Angst bleibt immer in deinem Körper und du wirst sie nie los. Der Schmerz lässt mit der Zeit nach, aber die Angst ist immer da. Leider wurden diese Ereignisse nicht publik gemacht oder verurteilt, weil jahrzehntelang geschwiegen und vertuscht wurde. Dafür gab es mehrere Gründe. Zum einen hat das sowjetische Regime die Vorwürfe geleugnet und abgetan, zum anderen haben die deutschen Frauen aus Scham geschwiegen. Auch in Deutschland gab es einen weiteren Grund für das Schweigen, denn die Ehemänner dieser Frauen hielten sie zum Schweigen. Sie waren es, die nicht wollten, dass diese schrecklichen Geschichten verbreitet wurden. Irgendwann, als diese schrecklichen Vergewaltigungen so häufig vorkamen, begannen die Frauen, ihre Erfahrungen untereinander auszutauschen, da viele von ihnen dasselbe erlitten hatten. Wäre es nicht so? In der kollektiven Vorstellung waren die amerikanischen Soldaten, die gegen Nazi-Deutschland und das japanische Kaiserreich kämpften, makellos und heldenhaft. Jüngste Untersuchungen belegen jedoch, dass viele dieser Männer während und am Ende des Zweiten Weltkriegs Hunderttausende von Frauen vergewaltigt haben. Diese totgeschwiegenen Verbrechen werden allmählich wieder aufgearbeitet, wobei grausame Wahrheiten wie die systematische Vergewaltigung von Frauen, einschließlich minderjähriger Mädchen, ans Licht kommen. Im heutigen Video erzählen wir Ihnen von den schrecklichen Kriegsverbrechen, die von US-Soldaten an den Frauen begangen wurden, die sie eigentlich retten sollten. Machen Sie sich bereit für eine besonders starke und schockierende Folge der Militärgeschichte. Fangen wir an. Obwohl die Verbrechen der Nazis verständlicherweise am meisten im Gedächtnis geblieben sind, haben auch die alliierten Streitkräfte Gräueltaten begangen. An erster Stelle steht dabei die sadistische Misshandlung von Frauen, die während des D-Day und der Besetzung Deutschlands und Japans vergewaltigt und in einigen Fällen sogar ermordet wurden. Aus geheimen Kriegsakten, die erst 2006 veröffentlicht wurden, geht hervor, dass US-Soldaten zwischen 1942 und 1945 in Europa mehr als 400 Vergewaltigungen begangen haben. Andererseits schätzt eine Studie, dass insgesamt 14.000 zivile Frauen in Frankreich und Deutschland während des Zweiten Weltkriegs von US-Soldaten vergewaltigt wurden. Beide Zahlen scheinen jedoch weit von der Wahrheit entfernt zu sein, da es sich bei vielen der US-Vergewaltigungen in Deutschland im Jahr 1945 um Gruppenvergewaltigungen handelte, die von bewaffneten Soldaten mit vorgehaltener Waffe begangen wurden, und die Frauen Angst hatten, darüber zu sprechen. Die Rechtsabteilung der Armee wollte die Gerüchte nicht bestätigen, räumte aber ein, dass einige Soldaten wegen brutaler oder perverser Sexualdelikte an deutschen Frauen erschossen worden waren. Dies
war bei schwarzen Soldaten häufiger der Fall. Eine typische Form
des Kriegsverbrechens der sexuellen Nötigung durch meist
betrunkene US-Soldaten, die durch die besetzten Gebiete marschierten,
bestand darin, eine deutsche Familie mit Waffen zu bedrohen und eine
oder mehrere Frauen auf sadistische und brutale Weise zum Sex zu
zwingen, dann die gesamte Familie auf die Straße zu führen
und ihre Habseligkeiten zu stehlen. Obwohl für die Amerikaner in
Deutschland eine Politik der Nichtverbrüderung eingeführt
wurde, benutzten die Truppen der US-Armee den Slogan „Kopulation
ohne Gespräch ist keine Verbrüderung“ als ihr Motto. ![]() Beginnen wir damit, was während der Besetzung Berlins geschah, als die Nazis besiegt waren. Die Ankunft der sowjetischen Truppen versetzte die deutschen Familien in Angst und Schrecken, denn Geschichten über systematische Vergewaltigungen durch die Rote Armee verbreiteten sich schnell in den deutschen Städten und Gemeinden. Die amerikanischen Soldaten hingegen wurden als Befreier begrüßt, und die Propaganda hat dem deutschen Kollektiv das Bild des „amerikanischen Freundes“ als Besatzungssoldat eingeprägt, der keine Kriegsverbrechen begeht. Die Realität sah jedoch ganz anders aus. Dieses Narrativ, so erzählt der folgende Spezialist, beruhte weitgehend auf sozialem Druck. Im Frühjahr 1945 übernahmen amerikanische Truppen nach und nach Dörfer und Städte in verschiedenen deutschen Regionen. In den meisten von ihnen stießen sie nicht nur auf keinen Widerstand, sondern wurden sogar mit amerikanischen Flaggen auf den Straßen gegrüßt. So schlugen sie ihr Lager im Rathaus auf und bereiteten sich auf Hausbesichtigungen vor. Die Truppen suchten zunächst nach feindlichen Kämpfern, Waffen und Nazi-Flüchtlingen. Nachdem sie sich vergewissert hatten, dass keine Gefahr bestand, begannen die Plünderungen. Die grausamen Soldaten nahmen Uhren, Fahrräder, Radios, Sonnenbrillen, Schmuck und alle Wertgegenstände mit, die sie in den Häusern fanden. Bevor sie abzogen, vergewaltigten sie zum Abschied Frauen und Mädchen. Weder die kleine verbliebene deutsche Verwaltung noch die Besatzungstruppen führten Buch über die grausamen Übergriffe. Die meisten dokumentierten Beweise finden sich in den Berichten der damaligen Kirche. Der Erzbischof von München forderte die Priester aller Dörfer auf, die Aktivitäten der fremden Armeen in der Region und ihre Auswirkungen auf die Gemeinden zeitnah zu dokumentieren. Zu diesen Aufzeichnungen, die in München geführt wurden, gehören z.B. die Eintragungen von Michael Merckx Müller, Pfarrer des Dorfes Ramsau, der am 20. Juli 1945 schrieb: ACHT MÄDCHEN UND FRAUEN VERRÄUBT, EINIGE IM BEISPIEL IHRER ELTERN. Pfarrer Alois Schiml aus Moosburg schrieb am 1. August 1945 Auf Anordnung der Militärregierung ist an die Tür eines jeden Hauses eine Liste aller Bewohner mit Angabe ihres Alters zu nageln. Infolge dieser Anordnung mussten 17 Mädchen und Frauen ins Krankenhaus eingeliefert werden, nachdem sie wiederholt von amerikanischen Truppen sexuell missbraucht worden waren. ![]() Diesen Kirchenbüchern zufolge war das jüngste
Opfer ein 7-jähriges Mädchen, das sich eine schwere Geschlechtskrankheit zuzog,
während das älteste Opfer eine 69-jährige Frau war. Dies ist nur ein Beweis für
das grausame und unmenschliche Verhalten der Soldaten, die keine militärische
Rechtfertigung dafür hatten, sich wie wilde Bestien zu verhalten. Die
Amerikaner taten, was sie wollten, ungehindert und unkontrolliert, und achteten
nicht einmal darauf, ihre Verbrechen zu verbergen. Ein deutscher Bericht und die Zeugenaussage
eines Opfers erzählen die Geschichte. Eigentlich waren sie auf der Suche nach
Mädchen gewesen. Und dann wurde ich von einem von ihnen getötet. Er brachte mich in eine alte Taverne. Was
hätte er tun sollen? Er hatte eine Pistole, also oh nein, wenn ich mich gewehrt
oder geschrien hätte? Das war am Tag. Sie schnappten sich einfach ein Mädchen,
brachten sie irgendwohin und das war's. Häufig baten die amerikanischen Truppen die
örtlichen Behörden um weibliches Personal, eine Gruppe von Frauen, die
angeblich Sekretariats- oder Küchentätigkeiten übernehmen sollten. Es handelte
sich um eine Art von Zwangsarbeit, die oft als wahllose Vergewaltigung getarnt
war. Die Frauengruppen wurden alle 15 Tage ausgewechselt und ersetzt. Als sie nach Hause zurückkehrten, schwiegen
sie über das, was geschehen war, und hatten große Schuldgefühle. Die Frauen
nahmen einfach hin, was ihnen widerfuhr, denn sie wussten, dass sie kaum eine
Wahl hatten. In ihrer Sicht der Dinge gehörten sie zur Verliererseite des
Krieges und mussten diese Entgleisungen irgendwie als Strafe hinnehmen. Aus diesem Grund ist die Zahl der
Vergewaltigungen durch US-Truppen nur schwer zu messen. Die Scham und der
Schmerz der Opfer haben es ihnen nicht erlaubt, die Tatsachen in Ruhe anzuprangern.
Dieses kriminelle, systematische und grausame Verhalten blieb ungehört. Die Soldaten tauschten Informationen darüber
aus, in welchen Häusern sich schutzlose Frauen und Kinder befanden.
Vergewaltigung war das Traumatischste, was die Truppen den Frauen antaten, aber
das war noch nicht alles. Krankenhausakten zeigen die Brutalität. Viele Frauen wurden nicht nur vergewaltigt,
sondern auch ausgepeitscht und ausgepeitscht oder mit Klingenwaffen
angegriffen. Es gibt fast keine Zeugenaussagen über diese Grausamkeiten, aber
die Autobiographie der Schriftstellerin Ursula Herking gibt einen
erschütternden Bericht über das, was sie aus erster Hand erlitten hat. Nach den
ersten Nachkriegsmonaten, in denen derartige Misshandlungen an der Tagesordnung
waren, nahmen andere Arten von sexuellen Handlungen zu, bei denen die Grenzen
des Einverständnisses viel unschärfer wurden. Der Hunger und die prekäre Lage, die der Krieg
hinterlassen hatte, veranlassten viele deutsche Frauen dazu, sich zu
prostituieren, um gerade genug zu essen zu haben, um eine Familie zu ernähren.
Die amerikanische Propaganda verbreitete die Vorstellung, dass sich deutsche
Frauen zu den amerikanischen Truppen hingezogen fühlten, was als Macho-Argument
für die so genannten kriminellen Ausschreitungen diente. Während die
Nachkriegszeit Gräueltaten auf deutschem Boden hinterließ, war das Verhalten
der amerikanischen ISGs schon vor Kriegsende verwerflich. ![]() Nach dem D-Day und der Stationierung der
amerikanischen Truppen in Europa kam es in allen französischen Städten, in
denen amerikanische Soldaten stationiert waren, zu Vergewaltigungen. Das erste
offiziell registrierte Sexualverbrechen fand nur wenige Wochen nach der Landung
statt. Bei den Vergewaltigungen handelte es sich in der Regel nicht um
Frontsoldaten, sondern um Angehörige von logistischen Unterstützungseinheiten. Die Erklärung scheint einfach: Soldaten, die
nicht direkt an den Kämpfen beteiligt waren, hatten mehr Freizeit und
unterlagen weniger Disziplin. Die Klischees, die das amerikanische Bild
erklären, das die Kombattanten durchdrungen hatte, stammen aus dem Ersten
Weltkrieg. Frankreich wurde in der Militärzeitschrift Stars and Stripes als ein
großes Haus der Prostituierten dargestellt, ein erotisiertes Land, dessen
Frauen schön und einladend waren, und im Falle der gemeldeten Soldaten waren es
nur 182. Zwischen 1944 und 1945 wurden 29 Soldaten
wegen Vergewaltigung öffentlich hingerichtet, 25 davon waren Schwarze. Da in
Frankreich nur die Guillotine verwendet wurde, schickte die US-Armee einen
Henker aus Texas, der sich auf das Erhängen spezialisiert hatte. Der damals in
den Vereinigten Staaten herrschende Rassismus spiegelt sich in den
Entscheidungen der Militärgerichte wider. Für dasselbe Verbrechen wurde ein schwarzer
Soldat immer viel härter verurteilt, so ein anderer Spezialist. Die
amerikanische Justiz neigte damals dazu, einen sexuellen Übergriff eines
schwarzen Mannes auf eine weiße Frau als besonders erschreckend zu bewerten.
Beschuldigte die Beschwerdeführerin hingegen einen weißen Soldaten, wurde in
der Regel weniger gründlich oder gar nicht ermittelt. General Eisenhower selbst ordnete an, dass die
Hinrichtungen öffentlich, an Ort und Stelle und im Beisein der Opfer, ihrer
Familien und Nachbarn stattfinden sollten. Damit wollte er die Welle der
Proteste besänftigen, die damals die Presse überschwemmte, und die Gerüchte
über die Gräueltaten seiner Soldaten zum Schweigen bringen. Natürlich behaupten
Historiker, dass die große Mehrheit der Opfer nie Anzeige erstattet hat. Vergewaltigungen und Sexualverbrechen fanden
nicht nur auf europäischem Boden statt. Bereits Anfang 1945 landeten US-Truppen
auf japanischem Gebiet, und im August 1945, nach dem Atomangriff auf Hiroshima
und Nagasaki, kapitulierte Japan, und die alliierten Besatzungstruppen
besetzten die Hauptinseln. Die Landnahme endete in den meisten Teilen Japans am
28. April 1952, aber bis dahin waren die Gräueltaten des US-Militärs wirklich
unentschuldbar. ![]() Zwar gibt es keine sicheren Beweise dafür, dass
die alliierten Truppen während des Pazifikkriegs Massenvergewaltigungen
begangen haben, doch gibt es zahlreiche Zeugenaussagen, die behaupten, dass die
US-Streitkräfte während der Schlacht um Okinawa 1945 und der anschließenden
Besetzung unzählige Sexualverbrechen begangen haben. Eines der vielen Beispiele
ist das, das sich nach der Landung in einem Dorf auf der japanischen Halbinsel
Motobu ereignete. Zu dieser Zeit lebten in dem Dorf nur Frauen, Kinder und
ältere Menschen, da alle jungen Männer für den Krieg mobilisiert worden waren. Kurz nach ihrer Ankunft durchkämmten die
Marines das gesamte Dorf, fanden aber keine Anzeichen für japanische Truppen.
Sie nutzten die schutzlose Lage der Bevölkerung aus und veranstalteten ein
makabres und unheimliches Spiel. Sie machten am helllichten Tag Jagd auf
Frauen. Als wäre es ein Jagdtag, suchten sie alle, die
sich im Dorf oder in den nahe gelegenen Luftschutzbunkern versteckt hielten,
und zerrten sie an den Haaren heraus. Anschließend wurden sie brutal und ohne
Gnade vergewaltigt. Ein weiteres Beispiel für die Grausamkeit der alliierten
Truppen ist das Zeugnis eines unschuldigen jungen Soldaten, der ein Landsmann
der Vergewaltiger war. Auf ihrem Marsch nach Süden kamen die Männer
des 4. Marineregiments an einer Gruppe von etwa 10 US-Marines vorbei, die in
einem engen Kreis am Straßenrand standen. Sie waren recht lebhaft, beobachtete
ein Korporal, der annahm, dass sie Würfel spielten. Als sie dann an ihnen
vorbeikamen, erzählte der überraschte junge Mann, dass er sehen konnte, wie sie
abwechselnd eine orientalische Frau vergewaltigten. Der Korporal wollte eingreifen, aber sein Team
ging weiter, als ob nichts Ungewöhnliches geschehen wäre. Das mitschuldige
Schweigen der US-Truppen ist zum Teil dafür verantwortlich, dass viele dieser
Geschichten nicht erzählt werden und dass die Statistiken das Bild einer
militärischen Kraft, die eindeutig zumindest teilweise kriminell war,
reinwaschen. Die Frauen litten nicht nur unter den feindlichen Soldaten,
sondern auch unter den kaiserlichen Truppen selbst. In diesem herzzerreißenden Bericht erzählt
eine Trostfrau, wie Frauen genannt wurden, die von japanischen Soldaten
systematisch missbraucht und vergewaltigt wurden, von ihrer erschütternden
Erfahrung, als sie erst 17 Jahre alt war. Obwohl die japanischen Berichte über
Vergewaltigungen damals aufgrund fehlender Aufzeichnungen ignoriert wurden, ist
es möglich, dass bis zu 10.000 Frauen aus Okinawa vergewaltigt wurden, so die
Schätzung eines lokalen Historikers. Es wurde behauptet, dass die
Vergewaltigungen so häufig waren, dass die meisten Okinawaner über 65 Jahre
etwa im letzten Jahr mindestens eine Frau kannten oder von ihr gehört hatten,
die nach dem Krieg vergewaltigt worden war. In den ersten fünf Jahren der US-Besetzung
Okinawas wurden nur 76 Vergewaltigungsfälle gemeldet. Es wird jedoch geschätzt,
dass diese Zahl astronomisch weit von der tatsächlichen Zahl entfernt ist, da
fast alle Fälle nicht gemeldet wurden. Die einfachste Erklärung dafür, warum
das US-Militär keine Vergewaltigungsfälle registriert hat, ist, dass nur sehr
wenige okinawanische Frauen den Missbrauch anzeigten, hauptsächlich aus Angst,
Scham und Schande, wie es bei deutschen Frauen der Fall war. Die aus diesen Vergewaltigungen hervorgegangenen
gemischtrassigen Babys sind jedoch ein lebendiger Beweis für das, was geschehen
ist. In verschiedenen Interviews sagten okinawanische Historiker und Älteste,
dass Dutzende von vergewaltigten einheimischen Frauen gemischtrassige Kinder zur
Welt brachten, dass aber viele von ihnen sofort getötet oder von ihren
einheimischen Ehemännern aus Scham, Abscheu oder Trauma verlassen wurden.
Häufiger jedoch unterzogen sich die Vergewaltigungsopfer mit Hilfe von
Dorfhebammen rudimentären Abtreibungen, die oft mit ihrem Leben endeten. So wie amerikanische Soldaten, die deutsche
Frauen vergewaltigten, ihnen anschließend Lebensmittel überließen, um die Tat
als Prostitution und nicht als Vergewaltigung auszugeben, geschah etwas
Ähnliches in Japan. Japanische Frauen, die während der alliierten Besatzung um
Essen bettelten, wurden vergewaltigt, und die Truppen ließen ihnen manchmal
etwas als Gegenleistung zurück, wie Lebensmittel, Kleidung oder Hygieneartikel,
um die Schuld für den perversen, animalischen Akt, den sie begangen hatten,
abzuwaschen. Schwangerschaften, die das Ergebnis aller Vergewaltigungen durch
die US-Marines waren, sind genau die Grundlage, auf der die Historikerin Miriam
Gebhardt Hochrechnungen anstellt, um die Zahl der Opfer zu ermitteln. Sie schätzt, dass 5 % der Kriegskinder, die
Mitte der 1950er Jahre von unverheirateten Frauen geboren wurden, das Ergebnis
einer Vergewaltigung waren. Dieser Näherungswert ergibt eine Gesamtzahl von
1.900 Kindern amerikanischer Väter allein auf deutschem Boden. Berücksichtigt
man zusätzlich die Statistik, dass man bei jeder Geburt von 100
Vergewaltigungen ausgehen kann, so ergibt sich eine Gesamtzahl von mindestens
190.000 Fällen. Diese Zahl ist an sich schon schockierend,
aber sie bezieht sich nur auf die in Deutschland begangenen Sexualverbrechen.
Wenn man bedenkt, dass es während der Besatzung in Frankreich und Japan eine
ähnliche oder größere Zahl von Vergewaltigungen durch Amerikaner gab, steit
die Zahl dramatisch an. Gebhardt, der die Massenvergewaltigungen erstmals
beziffert, geht von 860.000 aus, aber diese Zahl ist ebenso erschreckend wie
unsicher. In jedem Fall sind diese Zahlen nur die Spitze
des Eisbergs. Die wahre Zahl ist wahrscheinlich viel höher, denn wie bereits
erwähnt, zogen es viele Frauen und Mädchen vor, aus Scham und weil sie sich für
die Vergewaltigung verantwortlich fühlten, nicht darüber zu sprechen, und
glaubten irgendwann sogar, sie hätten es verdient, weil sie auf der
Verliererseite standen. So erzählt die Enkelin eines Opfers die Geschichte. Es gibt noch einen letzten und erschreckenden
Faktor, der bei der Hochrechnung der Opferzahlen zu berücksichtigen ist,
nämlich die Zahl der Vergewaltigungsopfer, d. h. der Frauen, die sich aufgrund
dieser Sexualverbrechen das Leben genommen haben. In Gerichtsdokumenten finden
sich Belege für den Selbstmord von 13-jährigen Mädchen, die Opfer einer
Gruppenvergewaltigung wurden, indem sie sich entweder an einem Hausbalken
erhängten oder hohe Dosen von Essigessenz zu sich nahmen, den beiden damals
gebräuchlichsten Heilmitteln. Mehr als 70 Jahre nach dem Ende des Zweiten
Weltkriegs ist über die von den alliierten Besatzungstruppen vergewaltigten
Frauen und Mädchen noch immer nicht laut gesprochen worden. Dass die
Vereinigten Staaten dieses makabre Kapitel ihrer Militärgeschichte übersehen
haben, ist ein echter Schandfleck nicht nur für ihre Militärgeschichte, sondern
auch für ihre Identität als Nation. Die Machthaber in Washington haben den
Zweiten Weltkrieg genutzt, um patriotische Gefühle in der Bevölkerung zu
kultivieren und damit eine starke Botschaft für die Amerikaner und eine
geschickte Propaganda für die Außenwelt zu erreichen. Es stimmt, dass die kaiserlichen japanischen
Truppen für ihre Perversion und Grausamkeit gegenüber den Frauen ihrer Feinde
bekannt waren, aber die Behandlung japanischer Frauen durch die Alliierten im
Zweiten Weltkrieg ist keine Ausnahme. Während es für die Amerikaner ein
Tabuthema ist, waren ihre Milizen genauso verkommen wie die Japaner, insbesondere
in zwei historischen Momenten des wichtigsten Krieges des 20. In unserem
heutigen Video werden wir über die Geschichte sprechen, die einige alliierte
Quellen zu vertuschen versuchten, die aber immer wieder durch erschütternde
Zeugenaussagen und Studien ans Licht kommt. Wir möchten mit Ihnen über die Gräueltaten
sprechen, die von den US-Truppen während der Schlacht um Okinawa und der
anschließenden Besetzung Japans begangen wurden. Das Material, das wir im
Folgenden teilen werden, ist von sensibler Natur. Bitte stellen Sie daher
sicher, dass Sie in Begleitung sind, wenn Sie dieses Video ansehen. Noch einmal
willkommen bei Military History, fangen wir an. Diese atemberaubenden Bilder stammen aus der
berüchtigten Schlacht um Okinawa, die von Anfang April bis Mitte Juni 1945 82
Tage lang blutig ausgetragen wurde. Sie ist wegen der Grausamkeit und
Brutalität der Kämpfe in Erinnerung geblieben. Die Intensität des Beschusses
und die schiere Anzahl der alliierten Schiffe und Panzerfahrzeuge, die die
Insel angriffen, führten zu einer der höchsten Opferzahlen unter Zivilisten und
Soldaten im gesamten Pazifikkrieg. Offiziellen Schätzungen zufolge belief sich
die Gesamtzahl der Opfer auf über eine Viertelmillion. Hauptziel der Operation
war die Einnahme der großen, nur 550 km von Japan entfernten Insel Okinawa und
ein moralischer Schlag für das Kaiserreich, da die Insel als Basis für
Luftangriffe auf japanisches Gebiet genutzt werden sollte. Obwohl die Besetzung
der Insel ein Erfolg war, sind die Verbrechen und Gräueltaten, die die
Amerikaner bei diesem militärischen Unternehmen begangen haben, bis heute
umstritten. Okinawa hatte eine große einheimische
Zivilbevölkerung, die nicht in den Konflikt verwickelt war und von den
alliierten Truppen ausgelöscht wurde. Die Schätzung ist zwar nicht genau, aber
man geht davon aus, dass bei der Landung fast 150.000 unschuldige Menschen
durch Artilleriebeschuss, Luftangriffe und sogar durch Exekutionen der
kaiserlichen japanischen Armee ums Leben kamen. US-Milizionäre berichteten,
dass es ihnen während der Schlacht schwer fiel, Zivilisten von Soldaten zu
unterscheiden. Das Zeugnis eines Infanteristen ist ebenso
anschaulich wie entsetzlich. Sie schossen aus ihren kleinen Häusern auf uns,
aber wir konnten nicht erkennen, welche Häuser von Zivilisten und welche von
Soldaten bewohnt waren. Es war schrecklich, nicht zwischen dem Feind und den
Frauen und Kindern unterscheiden zu können. Irgendwann hörten wir auf, uns darum zu
kümmern und eröffneten wahllos das Feuer. Wir wussten nicht, auf wen wir
zielten, wir schossen einfach. Trotz der Bilder, die wir sahen, und der
schrecklichen Berichte war es nicht das Schlimmste, von feindlichen Waffen
niedergemäht zu werden, was der Zivilbevölkerung Okinawas passieren konnte. Die kaiserlichen japanischen Truppen
verbreiteten Gerüchte über die amerikanischen Wilden und die Qualen, die sie
den Einheimischen zufügen würden. Aus diesem Grund kam es angesichts des
bevorstehenden Sieges der amerikanischen Truppen zu Massenselbstmorden unter
den Einheimischen. Einem Artikel in der Ryukyu Jinpo, einer der beiden
wichtigsten Zeitungen der Insel, zufolge gaben 2007 viele Okinawaner an, dass
die japanische Armee sie direkt zum Selbstmord gezwungen habe. Und nicht nur das, es gab auch Zeugen, die
behaupteten, dass ihnen Granaten gegeben wurden, um sich selbst zu verbrennen
und die Amerikaner anzugreifen. Andere Zivilisten, die von der japanischen
Propaganda überschwemmt und indoktriniert wurden, begingen nicht nur
Selbstmord, sondern töteten zuerst ihre Familien, um der angeblichen Demütigung
zu entgehen, der die barbarischen US-Soldaten sie aussetzen wollten. Viele von
ihnen stürzten sich und ihre Familien auf tragische Weise von den hohen
Klippen, auf denen sich heute das Friedensmuseum befindet. Obwohl der unter den Einheimischen verbreitete
Terror eine Strategie der kaiserlichen Armee war, um die Einheimischen dazu zu
bringen, sich gegen die Invasoren zu erheben und sie zu bekämpfen, scheint es,
dass viele der Gerüchte weit von bloßer Propaganda entfernt waren. Die von den
Vereinigten Staaten begangenen Kriegsverbrechen sind seit jeher ein
umstrittenes Thema, da es nur wenige Aufzeichnungen über die damaligen
Ereignisse gibt. In diesem Fall schätzt eine Gruppe von Historikern, dass amerikanische
Soldaten in den drei Monaten dieser Schlacht mehr als 10.000 Vergewaltigungen
begangen haben. ![]() Offizielle Vertreter der Marineinfanterie in
Okinawa und Washington haben erklärt, dass ihnen keine Vergewaltigungen durch US-Soldaten
auf Okinawa bekannt sind, und ihre Aufzeichnungen zeigen nicht, dass die
Marineinfanteristen Kriegsverbrechen begangen haben. Die Vergewaltigungen, die
in diesem Unternehmen begangen wurden, sind jedoch ein weiteres schmutziges
Geheimnis, das die US-Militärchroniken aus der Geschichtsschreibung verdrängen
wollen. Es gibt nur wenige, aber abscheuliche Zeugenaussagen, da die
einheimischen Frauen sich damals nicht trauten, die Tatsachen anzuprangern. Nur wenige Okinawanerinnen wurden infolge der
Angriffe schwanger, da Stress und schlechte Ernährung dazu führten, dass die
meisten nicht fruchtbar waren. Diejenigen, die schwanger wurden, ließen
abtreiben, bevor ihre Ehemänner und Väter aus dem Krieg zurückkehrten, um keine
Schande über die Familie zu bringen. Die schlechten Methoden führten dazu, dass
viele von ihnen dabei starben und das Kriegsverbrechen für immer mit ihren
eigenen Müttern begraben wurde, damit sie nicht die Schande der Vergewaltigung
tragen mussten. Eine von einigen Historikern aufgezeichnete
Episode fasst diese herzzerreißenden Taten in einem Dorf auf der Halbinsel
Liberadas kurz zusammen. Das Spiel wurde am nächsten Tag fortgesetzt. Auch wenn
die Amerikaner eine sehr voreingenommene Sicht auf die Kriegsverbrechen auf
Okinawa haben, so ist es doch nicht weniger wahr, dass die Japaner selbst der
Bevölkerung Grausamkeiten zufügten. Es ist bemerkenswert, dass die kaiserliche
Armee die Eingeborenen der Insel als minderwertige Ethnie betrachtete, genauso
wie sie die Chinesen oder Koreaner betrachtete, was bedeutet, dass es auf
japanischem Boden eine rassische Vorherrschaft gab. Die japanische Miliz richtete jeden Okinawaner
hin, der sich weigerte, mit ihr bei der Konfrontation mit dem Feind
zusammenzuarbeiten, wie im Fall von Kanagawa, wo die Amerikaner die erste
Landung auf japanischem Boden vornehmen sollten, wurden junge Frauen und
Mädchen angewiesen, das Gebiet automatisch zu evakuieren, was zu den
schrecklichsten Direktiven gehörte. Moralische und geistige Erziehung des
Volkes. Manchmal waren es nicht die Behörden, sondern ihre eigenen Familien,
die diese Empfehlungen aussprachen, wie in dem folgenden Zeugnis. Sieben weibliche Krankenhausmitarbeiter.
Einige männliche Ärzte und Patienten, die versuchten, die Frauen zu schützen,
wurden kaltblütig getötet. Die schlimmste Tragödie war jedoch, dass eine der
vergewaltigten Frauen ein zwei Tage altes Baby im Arm hatte, das vernichtet
wurde, indem es gewaltsam zu Boden geworfen wurde, als die Truppen versuchten,
die Frau brutal zu misshandeln. Die zweite war ein geplanter und unheimlicher
Überfall am 11. April 1946. Er wurde von 30 bis 60 US-Soldaten durchgeführt,
die die Telefonleitungen eines Wohnblocks in der Stadt Nagoya kappten, um ihn
zu isolieren und ihm ausgeliefert zu sein. Die Gruppe böser Soldaten ging von
Haus zu Haus und vergewaltigte gleichzeitig alle Mädchen und Frauen zwischen 10
und 55 Jahren in der Gegend. Die Amerikaner waren nicht die einzigen, die
diese Gräueltaten begangen haben und die man unter den Teppich kehrte. Australische,
britische und neuseeländische Truppen in Japan begingen als Teil der British
Commonwealth Besatzungstruppe, bekannt unter dem Akronym BCOF, ebenfalls
unverzeihliche Verbrechen. Offiziellen Berichten zufolge wurden ihre Mitglieder
für 57 Vergewaltigungen im Zeitraum von Mai 1946 bis Dezember 1947 und für
weitere 23 zwischen Januar 1948 und September 1951 verurteilt. Eine ehemalige Prostituierte erinnert sich,
dass die australischen Truppen, sobald sie Anfang 1946 in Kure eintrafen, junge
Frauen in ihre Jeeps zerrten, sie auf den Berg fuhren und sie dann
vergewaltigten. Die Einheimischen hörten sie fast jede Nacht um Hilfe schreien.
Dieses Verhalten war üblich und wiederholte sich in den meisten Dörfern, doch
die Berichte über kriminelle Aktivitäten der Besatzungstruppen wurden schnell
abgeschwächt oder ignoriert. Die meisten Dokumente, die die Beschwerden
enthielten, wurden mit dem offiziellen Vermerk „Verurteilung aus Mangel an
Beweisen aufgehoben“ zurückgegeben, und diese Akten wurden für immer
geschlossen. Ein weiteres erschütterndes Zeugnis stammt von Alan Clifton, einem
australischen Offizier, der in den Jahren der Besatzung als Dolmetscher und
Ermittler tätig war und sich bitterlich an die Geschehnisse erinnert. Ich stand
neben einem Bett im Krankenhaus. Darauf lag ein bewusstloses Mädchen mit langen
schwarzen Haaren, die auf dem Kissen zerzaust waren. Ein Arzt und zwei
Krankenschwestern versuchten, sie wiederzubeleben, aber ohne Erfolg. Eine
Stunde zuvor war sie von 20 Polizisten vergewaltigt worden. Wir fanden sie dort, wo man sie zurückgelassen
hatte, auf einem leeren Parkplatz in Hiroshima. Das Mädchen war Japanerin, die
Soldaten waren Australier. Das Stöhnen und Wimmern hatte aufgehört, und sie war
jetzt still. Die gequälte Anspannung in ihrem Gesicht war
verschwunden, und die glatte braune Haut war glatt und faltenlos, von Tränen
befleckt wie das Gesicht eines Kindes, das sich in den Schlaf geweint hat. Wenn
Sie sich fragen, wie es möglich war, dass diese Gräueltaten geschehen konnten,
ohne dass jemand etwas davon erfuhr, so war dies nur dank eines systematischen
Plans der Verschleierung möglich. Nicht nur, dass die alliierten Streitkräfte
an der Spitze diese abscheulichen Verbrechen herunterspielten oder unsichtbar
machten, sondern die US-Truppen erzwangen auf zynische und geschickte Weise
eine umfassende Zensur der japanischen Medien. Man sehe sich nur die Fotos an, die damals in
Umlauf gebracht wurden und eine nicht existierende Brüderlichkeit suggerierten.
Es gab sogar einige Zeitungen, die behaupteten, die ARA-Bordelle seien ein
spektakuläres Geschäft. Vom 10. Dezember 1945 bis zum Ende der Besatzung im Jahr
1952 war es den lokalen Medien untersagt, über heikle soziale Themen und
schwere Verbrechen zu berichten, die von Angehörigen der Besatzungstruppen
begangen wurden, wobei besonders darauf geachtet wurde, Vergewaltigungsfälle
nicht zu erwähnen. Einige japanische Medien kollaborierten
regelrecht mit den alliierten Besatzern und gingen so weit, in einigen
Berichten zu behaupten, dass keine Verbrechen oder sexueller Missbrauch
jeglicher Art begangen wurden. Im Laufe der langen, langsamen Jahre begann Japan
zu heilen, als japanische Zeitschriften begannen, Berichte über
Vergewaltigungen durch US-Soldaten aus erster Hand zu veröffentlichen und sich
mit einem traurigen und dunklen Teil seiner Geschichte auseinanderzusetzen.
Kriegsverbrechen sind immer abscheulich und sollten unparteiisch beurteilt und
mit der vollen Härte des Gesetzes bestraft werden. Die US-Milizen werden jedoch oft nicht
verurteilt. Glauben Sie, dass es oft eine einseitige Sichtweise auf die
Entgleisungen gibt, die US-Truppen in verschiedenen Konflikten begangen haben?
Hinterlassen Sie Ihre Meinung in den Kommentaren unten. So viel zum heutigen
Video. Wir danken Ihnen, dass Sie bis zum Ende
durchgehalten haben, und freuen uns darauf, Sie in den nächsten Folgen von
Military History wiederzusehen. |
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